martes, 18 de septiembre de 2012

Toda una sacrosanta madre

Pues resulta que ahora soy madre de un hijo.

El pequeño de 15 años me siguió hasta la casa; algo en su mirada suplicante de cariño me conmovió terriblemente; aquel ser no pidió quedarse pero desde el domingo está aquí.

Hasta ahora jamás había sido madre de nadie, creo que estoy desempeñando muy bien mi rol. Amorosamente le pido que lave los trastes, tienda la ropa, alimente al perro, haga su tarea, saque la basura, barra, recoja trapos...; más amorosa aún le digo que se haga su desayuno, su merienda y que sirva su cereal de las noches.

Soy un modelo de madre, estoy segura de ello; plático con él rumbo a la escuela de algo que sólo podría interesarme a mi, y trato de introducir palabras chabacanas -porque aún soy joven- pero las digo con cuidado porque no quiero fallar en mi soliloquio maternal, le grito -sin necesidad alguna- frases amorosísimas de madre en la puerta del colegio, seguro todos piensan "ella sí que es una verdadera y gran madre".-

Pepeno ropa de familiares que le pudieran quedar; viste con orgullo lo que algún primo lejano ya no quizo; lo miro amorfo, flaco, alto, torpe en todos sus movimientos, tímido, con sus shorts dos tallas más grandes que la suya y pienso "que hermosamente patético" y que buena que soy.

Soy muy excelente madre...