martes, 13 de agosto de 2013

las 4 de la mañana yo tallando un baño

Me desperté en la madrugada de hoy

3:45:
  • Fui al baño
  • hice pipi
  • me lavé la cara
  • volví a la cama
  • vi el reloj
3:50:
  • Me levanté de nuevo
  • fui al estudio
  • prendí la computadora
  • modifiqué un archivo en excel
  • mandé un correo a un cliente
4 y algo:
  • fui al baño
  • me lavo la cara
  • veo la taza
  • pienso está sucia
  • tomo pinol
  • cloro
  • la dejo remojar por 5 minutos
  • leo un correo más
  • me levanto de nuevo
  • me pongo a tallar la taza
Y en ese justo momento me detengo a pensar, tal vez por el intenso olor de los químicos combinados ¿qué chingados estoy haciendo? ¡Son las cuatro y cuarto de la mañana y estoy tallando un baño!

Me pareció que mi histeria tenía un límite, pero algo más me impedía volver a la cama; quiza  porque hoy sea el primer día después del regreso a clases, los alumnos de semiótica se ven bien, me preocupa uno que me mira inquisitoriamente, los alumnos de teoría humanista se ven mejor aún -solo fue la mitad del curso a la primera clase-, el nuevo cliente quiere comenzar el programa de becas para septiembre -a lo mejor eso me trae preocupada, hacer la selección de maestros adecuados, organizar horarios, entrevistas, etc.-.

4:33 y sigo sin volver a la cama, me espera un día largo el de ayer fue maratónico:
  • Inicio el día con el curso de capacitación a maestros -excelente público-, material sencillo a más no poder. 
  • hablo con un cliente antes mencionado, hacemos cita de trabajo, horrores de chamba por venir
  • termino el primer día de capacitación, corro al séper a comprar lo que hace falta para la cena,
  • dejo listas dos bandejas de lasaña
  • me voy rápido a la universidad a dar clases (20 minutos de tráfico de ida y vuelta)
  • regreso a casa 
  • me pongo a hornear
  • llegan los comensales (largo paréntensis sobre los asistentes a la cena, después haré un post sobre todas mis sospechas al rededor de un invitado en especial de esa noche)
  • le leo un cuento a mi hermana -estamos leyendo en voz alta un libro muy suabe de detectives que nos tiene bien picadas.- 
  • me despido entro a mi cuarto
  • me espera dormido el cuerpo fabuloso de un hombre
  • voy a la cama exhausta 
  • me despierto a las 3:45 ¡pipi! después ¡Fuck no envié el correo importante con el análisis de alumnos! después, después la histeria... 
Y pensar que en tan sólo unas horas será de:

  • Capacitación
  •  Clases
  • Limpiar la cocina
 Será otro día de más de 12 horas de trabajo corrido, no sé si regresar a la cama, en tan solo 15 minutos sonará el despertador... 15 minutos de estar en una cama donde me esperan dos hermosos cuerpos dormidos, me da pena despertalos, que se enteren de mi histeria... el hombre fabuloso duerme, la niña está acurrucada aun lado de él, a ella es a la que más pena me da despertar, todo su canuno cuerpecito bien enrolladito entre la sabanas, duerme tranquila -con la seguridad de quien duerme sabiendo que son terriblemente amados.

Listo he vencido al insomnio -así lo quiero ver- superé esta última hora sin tener que dar vueltas en la cama, son las 5, hora decente para "levantarme", haré desayuno, me prepararé para el día y me iré a trabajar.

sábado, 15 de junio de 2013

El padre de Simón

"Detención" una escena típica en las películas gringas, un salón de clases, un grupo de adolescentes que tienen que quedarse porque han cometido alguna falta y una maestra o maestro que los cuida; pues esa seré yo esta y la próxima semana.

Extraoficialmente los alumnos salieron de clases el miércoles, empero los alumnos que rebasaron el número permitido de faltas o acumularon cierta cantidad de retardos en alguna(s) materia(s) tienen que quedarse una semana más en la escuela, hasta el 19 de junio, fecha oficial de fin de cursos según la SEP.

Para no perder hora y media de mi vida discutiendo con ellos sobre si es justo o injusto que se estén perdiendo una valiosa semana de su verano en estar encerrador en la escuela les he dejado un solo trabajo: terminar su libro de ejercicios; les pedí que trabajaran a su ritmo, cuando quisieran y como quisieran, siempre y cuando ese libro estuviera terminado el próximo miércoles -tarea que dicho de paso es tediosa y enorme-.

Yo me siento como buena asalariada con una taza de café y un libro en mano, resuelvo dudas de vez en vez y vuelvo a mi lectura, mientras ellos pierden el tiempo platicando sobre sus actividades diarias y una que otra fiesta a la que asistirán el finde.

He podido leer varias cosas, unas más interesantes que otras, por ejemplo por primera vez en mi vida he comenzado a leer El lobo estepario y bueno me ha encantado hasta el momento, he terminado dos novelitas infantiles y comenzado un libro de Juan Villoro... tengo dos horas diarias con cada grupo así que saquen cuentas si he podido leer en estos días (son cuatro grupos).

Hoy leí  una antología de cuentos, en ella aparecía un cuento corto que me ha dejado un extraña sensación: "El padre de Simón" de Guy Maupassant; el cuento me gustó, me sorprendieron algunos detalles, me molestaron otros como la construcción del sujeto femenino o la solución del conflicto.

Sin embargo un detalle, un sólo detalle del cuento, me provocó una sonrisa, una sonrisita culposa, una idea que me ha tenido dándole vueltas en la cabeza todo el día.

Pensé en eso mientras cocinaba, cuando comía, al lavar los platos, pasear al perro, lo comenté en el café con una amiga, en la noche con mi hermana, supongo que me iré a dormir con esa idea en la cabeza.

A fin de cuentas es lo que siempre me ha gustado de leer, encontrar ideas, imágenes, personajes, que me hacen pensar en ellos todo el día.


viernes, 22 de febrero de 2013

Adiós BCS

Cuando mi madre me dijo: nos iremos a Sonora... lo supe -como quien sabe de antemano su destino- que jamás volvería a vivir en Baja California Sur.

Sé que es peligroso hablar de jamáses y para siempres, o hablar de verdades totales en esta épocas de posmodernidad y relativismo, pero en aquel entonces, a mis 14 años, lo sabía; lo sentía dentro de mí; sabía que le decía para siempre adiós a las cálidas formas...

Creo que en mi línea sanguínea tendrá que haber una pitonisa, una bruja de pueblo, una adivinadora, alguna mujer terrible de vagina dentada capaz de predecir el futuro, porque esos presentimientos, esos vaticios que me he planteado desde niña uno a uno se han cumplido.

No me mal interpreten, con esto no quiero decir que soy capaz de ver el futuro, sin embargo, desde muy pequeña me he perdido en mis sueños. Tengo -y más de niña- la fea costumbre de perderme en mis cavilaciones. Una de mis actividades favoritas ha sido siempre soñar despierta. Sueño cuando leo, cuando platico, cuando cocino, cuando trabajo; sueño todo el tiempo; sueño cosas que quiero, sueño lo inarrable, lo sórdido, lo tierno, sueño sin más y por gusto.

El chiste es que en esos sueños vaticio realidades, creo convicciones, como cuando soñé que sería mejor no casarme nunca, o no tener hijos, aunque después me enamoraría y soñara entonces con casarme muchas veces, e incluso en alguna ocasión soñé -en el éxtasis de un súper orgasmo- gritarle a un hombre que quería tener a sus hijos, con tal de seguir sintiendo en lo profundo su hermoso cuerpo firme dentro del mío.

La cosa es me gusta soñar, y de niña soñaba con Sonora, la tierra de mi madre; la tierra donde estudiara mi padre, la tierra donde vivían mis hermanos, mi abuela tenía sus campos, la tierra donde estaba la casa grande de la bisabuela, una tierra donde todos se sentía orgullosos de llamar suya; entonces cuando madre lo dijo lo supe sin más, Sonora sería desde entonces mía y no podía estar más contenta.

Dejaba para siempre La Paz, dejaba la infancia, la infamia, dejaba lo que había sido y sentía que acá podría renacer y así lo hice.

Aquí me doté de senos y de cuerpo. Conocí el amor, del grande, del cínico, del penoso, del inombrable, del para siempre; Sonora me dio vida.

Baja California Sur se quedó allá, del otro lado del Pacifico. Se quedó con mi infancia, se quedó con los recuerdos lindos de mi padre. Baja California Sur es la tierra de mis hombres Grandes; de los que me enseñaron a soñar y vendieron sueños. Baja California Sur me suena a muertos, a pasado, me suena a desilusión y olvido; pero no se confundan, quiero a mi Baja; pero es de esos amores extraños, la quiero y no, la perdono y no, la sueño y no. Es complicado diaria un sudcaliforniano, meh puchi pues que sí lo es.

Adiós Baja California Sur, Sonora se impuso, Sonora recogió y dio forma a los pedazos rotos de mi cuerpo; Sonora se apropió de mis formas, fuerte, constante, amorosa...