domingo, 14 de octubre de 2012

Pizza en casa

Me encanta que el clima cambie por muchas razones:
  1. Me gusta ponerme trapos en el cuello
  2. La ropa de invierno hace que te veas elegante o bien vestida sin mucho esfuerzo. 
  3. No sabes si el grosor de la persona es gordura o un suéter mala onda -en mi caso jamás es el suéter jaja-. 
  4. Duermes arropadita y el calor de un cuerpo calientes aun lado del tuyo siempre es bienvenido.
  5. Puedes hacer cosas ricas de comer en el horno, la casa se calienta y tú comes rico. 
Así que he decidido celebrar el primer fin de semana con fríito para preparar pizzas caseras...

Podría contarles, o contarte a tí único lector jajaja, que la receta es una vieja  receta casera que ha pasado de generación en generación por mi familia, que proviene de allá lejos, que los bisabuelos la trajeron junto con sus 5 hijos al continente y que fue de las pocas cosas que no les robaran a su llegada a México, ni la locura senil puedo borrar de la italiana cabeza de la bisabuela, ni el cáncer de la de la abuela, ni el corazón defectuoso de la de mi padre; sin embargo, la realidad es que la aprendí ya grande, graduada de la universidad; la saqué de un sitio de internet, aprendí a prepararla, porque -como muchas de las cosas que hago en la vida- por aquellas fechas me interesaba conquistar la panza de un amorío medio glotón.

La receta la elegí por sencilla, además porque incluía un ingrediente tan divertido, que me recordaba a mi infancia, que no pude resistirme: ¡prepara masa con 7-up! Me hizo recordar los pastelitos que preparara cuando niña, un poco de tierra, un poco de soda y a darle hasta que quedara una masa consistente, la adornaba con unas cuantas piedritas lindas, unas hojitas de limón, y quién te pegó Lulú, los pastelitos más lindos de tierra jamás hechos por mi, las hormigas me los agradecían siempre.

En fin, no hago más largo este post, iré a comprar los ingredientes que me hacen falta, me pondré mi delantal -único objeto heredado por la abuela en la cocina- y prepararé pizzas... será la primera vez que use el horno de mi nueva casa, espero que:
  1. No se acabe el gas
  2. Sirva
  3. No explote cuando lo prenda jajaja

martes, 9 de octubre de 2012

de la Historia

Será un post corto; en primer lugar porque tengo sólo 10 minutos para escribirlo, y ya he gastado dos; en segundo lugar porque lo que tengo que decir es casi nada:

El pasado, mi pasado - porque el de los otros que no me incluye poco me interesa-, regresó anoche; me golpeó fuerte, fisuró mi dedo anular y se rió de mis esfuerzos por borrarlo.

El pasado volvió, se presentó en una frase: "usa el tuyo".

No pude decir más. Usaría el mío de no ser, porque:

1) No lo tengo
2) Me recuerda todo aquello que quiero olvida.




viernes, 5 de octubre de 2012

La Nona y el pequeño dinosaurio

Durante algún tiempo me había dado a la tarea de buscar un perrito que quisiera ser adoptado; las especificaciones era precisas, quería un perro de raza pequeña -sin llegar a ser miniatura-, de pelo corto y que tuviera ganas de convertirse en la obseción de mis afectos...

Por asares del destino, en una casa -a la que jamás he vuelto-, encontramos un perrito chihuahua... era una robusta bola de pelos, mi hermana sintó que aquello era lo que siempre había esperado y lo adoptó sin mayor miramiento... le pusimos por nombre Don Corleone... a pesar de que el perro se convirtió en la cosa más preciada por nosotras yo sentía que algo me faltaba... Don Corleone había elegido a mi hermana por su madre y yo me limitaba a ser para él la tía que -a escondidas- le daba comida por debajo de mesa.



Pasó un año y medio, cambié de amorío, subí de peso,  comencé nuevo trabajo, mudé de carro, y seguía en busqueda de un perrito, cuando de repente y sin esperalo encontré a mi pequeña Nona, si les digo que fue amor a primera vista mentiría, esas cosas del demonio jamás me han sucedido, pero había algo en ella que me hizo quererla.

La Nona me seguía para todos lados, me mira con admiración, se detenía a escuchar mis historias, entendía que era su madre, Don Corleone su juguete, mi hermana y madre fuentes de cariño alternar para cuando yo no estaba en casa. Pensé que estaba completa... me sentía plena, llena de amor y sin más complicaciónes.

Pero la gente es terca y quiere tener más, así que por enesima vez me cambié de casa, sin saberlo lo haría dos veces más este mismo verano; llegué a donde estoy ahora, dejé a Don Corleone, a hermana y  madre a unos kilometros de distancia... la Nona fue dueña y señora de una habitación, yo me adueñé de dos, un cuarto y un estudio. Viviamos en completa felicidad y amonía... hasta que el pequeño dinosaurio llegó.

La Nona vio con horror como se adueñó de su cuarto, resistió estoícamente, se puso la camiseta y dio todo por la familia; el pequeño dinosaurio tosco, grande y torpe la asustaba a cada rato... la Nona se limitaba a planear sus venganzas, un miadito por aquí, una caquita por allá, un calcetín secuestrado, un zapato escondido, hasta que el pequeño dinosaurio comenzó a respetar las jerarquías del hogar.

Del pequeño dinosaurio no me apetece hablar mucho por el momento... Me dicen que así son los dinosaurios, egocéntricos y huevones, que huyen del trabajo, disfrutan de la holgazanería, hacen sonidos extraños por gusto, gozan de romper cosas, manchar paredes, quemar sartenes, escuchar ruidos por música, que son muy dinosaurios para algunas cosas y lloran cuando los obligas a comer tomate... que hablan lenguaje dinosaurio, entre otras curiosidades....

A pesar de todo he de confezarlo, he llegado a quererlo tanto... tanto, que a veces quisiera que fuera menos dinosaurio y más niño; que me siguiera por la casa, escuchara mis historias y entendiera que soy su madre...