viernes, 5 de octubre de 2012

La Nona y el pequeño dinosaurio

Durante algún tiempo me había dado a la tarea de buscar un perrito que quisiera ser adoptado; las especificaciones era precisas, quería un perro de raza pequeña -sin llegar a ser miniatura-, de pelo corto y que tuviera ganas de convertirse en la obseción de mis afectos...

Por asares del destino, en una casa -a la que jamás he vuelto-, encontramos un perrito chihuahua... era una robusta bola de pelos, mi hermana sintó que aquello era lo que siempre había esperado y lo adoptó sin mayor miramiento... le pusimos por nombre Don Corleone... a pesar de que el perro se convirtió en la cosa más preciada por nosotras yo sentía que algo me faltaba... Don Corleone había elegido a mi hermana por su madre y yo me limitaba a ser para él la tía que -a escondidas- le daba comida por debajo de mesa.



Pasó un año y medio, cambié de amorío, subí de peso,  comencé nuevo trabajo, mudé de carro, y seguía en busqueda de un perrito, cuando de repente y sin esperalo encontré a mi pequeña Nona, si les digo que fue amor a primera vista mentiría, esas cosas del demonio jamás me han sucedido, pero había algo en ella que me hizo quererla.

La Nona me seguía para todos lados, me mira con admiración, se detenía a escuchar mis historias, entendía que era su madre, Don Corleone su juguete, mi hermana y madre fuentes de cariño alternar para cuando yo no estaba en casa. Pensé que estaba completa... me sentía plena, llena de amor y sin más complicaciónes.

Pero la gente es terca y quiere tener más, así que por enesima vez me cambié de casa, sin saberlo lo haría dos veces más este mismo verano; llegué a donde estoy ahora, dejé a Don Corleone, a hermana y  madre a unos kilometros de distancia... la Nona fue dueña y señora de una habitación, yo me adueñé de dos, un cuarto y un estudio. Viviamos en completa felicidad y amonía... hasta que el pequeño dinosaurio llegó.

La Nona vio con horror como se adueñó de su cuarto, resistió estoícamente, se puso la camiseta y dio todo por la familia; el pequeño dinosaurio tosco, grande y torpe la asustaba a cada rato... la Nona se limitaba a planear sus venganzas, un miadito por aquí, una caquita por allá, un calcetín secuestrado, un zapato escondido, hasta que el pequeño dinosaurio comenzó a respetar las jerarquías del hogar.

Del pequeño dinosaurio no me apetece hablar mucho por el momento... Me dicen que así son los dinosaurios, egocéntricos y huevones, que huyen del trabajo, disfrutan de la holgazanería, hacen sonidos extraños por gusto, gozan de romper cosas, manchar paredes, quemar sartenes, escuchar ruidos por música, que son muy dinosaurios para algunas cosas y lloran cuando los obligas a comer tomate... que hablan lenguaje dinosaurio, entre otras curiosidades....

A pesar de todo he de confezarlo, he llegado a quererlo tanto... tanto, que a veces quisiera que fuera menos dinosaurio y más niño; que me siguiera por la casa, escuchara mis historias y entendiera que soy su madre...




2 comentarios:

  1. estaba seguro de haber publicado un comentario aqui, pero tal vez no le di publicar xD

    ResponderEliminar
  2. Jajaja yo creo que no porque no me apareció nada jaja que pensabas decir?

    ResponderEliminar